Muerdo tu pecho frío,
mi lengua juega con ellos
tus pezones marcan el norte
a mi boca ardiente y lisonjera.
Mi mano descubre, pues, tu pubis,
explora entre tus piernas blancas
mis dedos entran violentamente
a tu interior cálido, suave y terso.
Amarro tus manos a las esquinas
mientras saboreo tu vientre salado,
tus piernas con fuerza me aprietan
y del grito de tu boca nace el mundo.
Jalo tu pelo para descubrir tu cuello
mis dientes se clavan con lujuria en él,
en una nalgada hago nacer el tiempo
y en otra, con gloria y honor, lo hago morir.
Abro tus muslos para entrar en el Edén
empujo mi cintura ansiosa contra ti
tus ojos se abren y alumbran la nada
y todo esto indica, el principio del fin.
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