Yo
no soy poeta.
Yo no soy poeta. No escribo poesía, ni pretendo
hacerlo; no puedo, no quiero, tú no me dejas y yo… no me lo permito.
Yo no soy poeta, pues tu ausencia es vació, faltan los
soles, las lunas, las estrellas, falta tu perfil en mi colchón, faltan mis
silabas en tus lienzos.
Yo no soy poeta. Escribo sin razón, con dolor y con
cariño; con vasos de cebada, con botellas de agua transparente, con segunderos
que me dictan el pesar.
Yo no soy poeta. Me falta en quien creer, a quien
rezarle, a quien decirle, a quien contarle, a quien hablarle, a quien
escribirle, a quien amar.
Yo no soy poeta. Ni los fuegos, ni las aguas; ni los
vientos me dicen que plasmar, eras tú, la única por la que podía coger el lápiz
y el papel y narrar, dictar y declamar.
Yo no soy poeta, pues tú eras mi poesía, tú eras mi
poema, tú eras inspiración; eras astro, eras infinito, sigues siendo presente,
sigues siendo aceras desoladas.
Yo no soy poeta. Tú eres musa, o eras. Eres mi credo,
todo está en ti, mis versos, mis palabras, mi prosa, surcos de espuma marina, aroma
de amor celestial.
Yo no soy poeta. Soy humano que te quiere, que te
quiso, que te quiere, una y otra vez. Yo no soy poeta, porque mi poema eres tú
y sin mi poesía… yo no soy poeta.