miércoles, 12 de octubre de 2016

Avioncito

En tu cuerpo desnudo yo volé kilómetros
y descendí en tu boca, queriendo aterrizar en tus piernas.

En la madera de tu vientre, yo pinte formas de amor
mientras seguía volando, con suspiros de por medio.

El sueño de tus brazos, de tus ojos, tus muslos, está en mí
y sin saberlo anduve caminos turbios; llegué a tus pies.

Esos pies blancos, tersos, donde uno quiere pasar el resto de sus presentes,
saben a tiempo y así, pasé entre dos montañas verdes.

Yo era un avioncito recorriendo tu cuerpo inmaculado,
aterrizando de emergencia, donde el deseo acababa.

Me gusta improvisar, y yo, yo aterrizaba donde fuera.
Y donde fuera, siempre estabas tú, desnuda, precipicio, lago, natural.

Y tu cuerpo desnudo, siempre fue pista de aterrizaje
para este avión sin rumbo,
este avión que era... los besos de mi ayuno.

lunes, 10 de octubre de 2016

Puedes ser.

Puedes ser la costilla de Adán
Puedes ser la puta de García Márquez,
La Luz de Benedetti, las odas de Neruda
O la claraboya de Saramago.

Puedes ser el jazz de los saxofones
Puedes ser la guitarra de las trovas,
La novena de Beethoven, el sabor del tango
O la flauta de los andes.

Puedes ser novela o poesía,
Puedes ser prosa o verso,
Ser canción o música,
Puedes ser musa e instrumento.

Puedes ser la Eloísa de Abelardo
Puedes ser la Lou de Nietzsche,
La Beauvoir de Sartre
O la lujuria de San Agustín.

Puedes ser cura o veneno
Puedes ser muerte o vida,
Ser tristeza de un día
O grilletes de alegría perpetua.

Puedes ser libertad
Puedes ser de todos y nunca mía,
Puedes ser mía y no de todos
O puedes ser mía y de todos.

Puedes ser erotismo y candor
Puedes ser frio y calor,
Puedes ser desnudez o indumentaria,
Puedes ser sencillez y humildad.


¿Puedes no ser mía y ser tan mía como siempre?

viernes, 7 de octubre de 2016

¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?

En aquellos días nublados, cuando el viento seduce a las ideas, cuando barre a los amores pasajeros, cuando acaricia los besos apasionados de los enamorados de la vida o cuando desnuda mujeres 

¿A dónde van los pájaros?


Me gusta pensar que se esconden entre tus cabellos, que se posan en ellos como si fueran fuertes ramas, que anidan ahí. Se cubren del peligro inminente, ríen a carcajadas y conversan sobre alguna novela rusa.

¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?
A veces creo que se esconden en tus ojos, por eso es tan fácil ponerse a volar mientras te veo directamente. Vuelan en parvada, haciendo piruetas bien coordinadas. Cada pestañeo es una figura diferente, que confunde y pierde hasta el más preparado observador.

¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?
Seguro se resguardan en tu boca, es el mejor de los reductos; por eso besarte es como leer, te transportas a una nueva luna; por eso besarte es delicioso y causa cosquillas en las manos; por eso tus labios no hablan, pero lo dicen todo cuando sonríes, porque tus labios son alas.

¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?
¡Están en tus pies!  El principio y final de todo, escondidos entre tus deditos. Son el mejor ornamento, bendito aquel que posea semejante opulencia; por eso tus pasos no parecen pasos y por eso tu no pareces persona, pareces ángel. Pariente cercano de Hermes, el mensajero de los dioses, cuando tu presencia arriba siempre trae buenas noticias. Tú.
¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?

No lo sé, tal vez se esconden entre los dos andes de tu pecho o tal vez juegan en las praderas de tu vientre. Posiblemente estén escondidos en las cavernas de tus oídos, o tal vez emigran hacia el sur, a los senderos de tus piernas.
¿A dónde van los pájaros cuando el viento sopla fuerte?

No lo sé pero van ti, sin dudas ni temores, van a ti. Bienaventurados con el amor y la unión, van a ti. Con esperanzas y hermandad, van ti. Con delicadeza y finura, con curvas y regalos, con licor y libros, con risas y llanto, con luna y con sol, ellos siempre van a ti.



lunes, 19 de septiembre de 2016

Suspiros

Suspiros.

En los placeres y en las tristezas,
dejamos escapar a los suspiros.
Corren, vuelan, se desvanecen
y aparecen desgarrando el corazón.
Desgarrando, para hundir o desgarrando para volver a empezar, así, los suspiros van.
Y es que el suspiro es un ser,
con pedazos de nuestra alma,
con resquicios de nuestro pasado,
fragmentos de nuestro presente y anhelos de nuestro futuro.
El suspiro tiene cuerpo y aroma,
el aroma de tu cuerpo va en mis suspiros.
Sin tregua y con lágrimas oxidadas, feroces los suspiros,
emergen del recuerdo de tu figura.
Ansiosos de asirse a una atmósfera vacía,
murmurando tu voz,
los suspiros corren al infinito.
Entonces, se tiñen de tu presencia lejana,
se embarcan valientemente,
sin rumbo;
el suspiro navega sin presagios.
De la nada y del todo,
temblorosos entre la incertidumbre,
los suspiros se escapan,
a veces del placer de tu esencia,

a veces de la tristeza de tu ausencia. 

miércoles, 17 de agosto de 2016

Yo no soy poeta.

Yo no soy poeta.

Yo no soy poeta. No escribo poesía, ni pretendo hacerlo; no puedo, no quiero, tú no me dejas y yo… no me lo permito.

Yo no soy poeta. No tengo cómo, pero si tengo por qué, pero, me faltan tus dedos, tus manos, tus ojos y así, me faltan las letras.

Yo no soy poeta, pues tu ausencia es vació, faltan los soles, las lunas, las estrellas, falta tu perfil en mi colchón, faltan mis silabas en tus lienzos.

Yo no soy poeta. Escribo sin razón, con dolor y con cariño; con vasos de cebada, con botellas de agua transparente, con segunderos que me dictan el pesar.

Yo no soy poeta. Me falta en quien creer, a quien rezarle, a quien decirle, a quien contarle, a quien hablarle, a quien escribirle, a quien amar.

Yo no soy poeta. Ni los fuegos, ni las aguas; ni los vientos me dicen que plasmar, eras tú, la única por la que podía coger el lápiz y el papel y narrar, dictar y declamar.

Yo no soy poeta, pues tú eras mi poesía, tú eras mi poema, tú eras inspiración; eras astro, eras infinito, sigues siendo presente, sigues siendo aceras desoladas.

Yo no soy poeta. Tú eres musa, o eras. Eres mi credo, todo está en ti, mis versos, mis palabras, mi prosa, surcos de espuma marina, aroma de amor celestial.


Yo no soy poeta. Soy humano que te quiere, que te quiso, que te quiere, una y otra vez. Yo no soy poeta, porque mi poema eres tú y sin mi poesía… yo no soy poeta.

jueves, 11 de agosto de 2016

Los vicios que se han marchado.

Los vicios que se han marchado.

Rayos de tenue luz se asoman por mi ventana, vaticinio terrible, de andar con la existencia pesada.

Esta resaca, profana la ilusión de los senderos trazados, inmóvil permanezco, sobre el recuerdo de tu cabeza en mi almohada.

Los vicios que se marchan, lento es su transcurrir, como el suave caer de las hojas en otoño, que desnudan la copa de los árboles.

La eternidad resalta su sabor a desgracia, cuando mi vicio por tu boca, se empapa de desdicha. Desconsuelo sutil escondido en los rincones.

Emanan los olores, memoria enérgica, perfume de tu cuerpo, vicio que se entierra en el llanto nocturno de mis palmas abandonadas.

Me aferro a tus sonrisas, que aún habitan en mis ojos, fatigado persigo aquel vicio tan enorme y, ahora, tan distante.

Trémulo enarbolo los lirios de tu vientre, sollozo desesperado, cuándo arriba el crepúsculo, me encadena a los sueños mortales.

Ávido de regresar a los vicios que se han marchado, los colores se esfuman en la niebla del horizonte ¿Ahí estarás tú?

Hay soles y hay lunas que sonríen desde mi claraboya y arropo mis pensamientos de su molesto penetrar, los vicios que se han marchado siguen sin dejarme respirar.

Mis fuerzas se han marchado, así como los vicios que me permitían continuar, será mucho pedir, embriagarme una vez más de ti.


Déjame mañana con la resaca habitual, que yo sabré si me levanto o no, pues un vicio cualquiera, se supera, pero el vicio de tus labios no. 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Me recargo en el picaporte

Me recargo en el picaporte
Orino fluidamente después de una,
o dos,
o tres,
o unas cuantas copas de brandy barato.
Río feliz, mientras limpio el sudor de mi cara,
me restriego unas penas absurdas
que me hacen reír
y llorar
y reír
y así viceversa, durante toda la noche.
Yo me mantengo alcoholizado y eso es lindo,
sonrío a mi madre,
a la mesa que me mira
celosamente,
al cenicero que aguarda
la colilla violenta
al foco que espera mi sueño.
No caigo.
No caigo.
Aún permanezco firme,
tambaleante,
erótico como luna llena.
Abro una puerta y nadie ríe,
abro un sol y nadie llora
abro una luna y nadie habla
Me recargo y no me soporto,
No soporto mi peso,
Ni mi voz
Ni el tiempo.
Nada.
Pero todo pasa así,
como si fuera nada
no sé qué hacer,
qué decir,
qué.

Un semáforo en rojo siempre detiene,
pero no se detiene
o si,
pero no sabes
es subjetivo
y eso huele a mierda.
No sabemos nada,
el hoy se disfraza de pasta
mañana seremos vino,
ayer fuimos ceniza,
no hay presente porque
nunca vivimos en él.

Me gusta el picaporte,
ahí me recargo
y suelto
y desahogo
y desazolvo
y destapo
y descargo
todo
todo

lo que me sobra.