miércoles, 17 de agosto de 2016

Yo no soy poeta.

Yo no soy poeta.

Yo no soy poeta. No escribo poesía, ni pretendo hacerlo; no puedo, no quiero, tú no me dejas y yo… no me lo permito.

Yo no soy poeta. No tengo cómo, pero si tengo por qué, pero, me faltan tus dedos, tus manos, tus ojos y así, me faltan las letras.

Yo no soy poeta, pues tu ausencia es vació, faltan los soles, las lunas, las estrellas, falta tu perfil en mi colchón, faltan mis silabas en tus lienzos.

Yo no soy poeta. Escribo sin razón, con dolor y con cariño; con vasos de cebada, con botellas de agua transparente, con segunderos que me dictan el pesar.

Yo no soy poeta. Me falta en quien creer, a quien rezarle, a quien decirle, a quien contarle, a quien hablarle, a quien escribirle, a quien amar.

Yo no soy poeta. Ni los fuegos, ni las aguas; ni los vientos me dicen que plasmar, eras tú, la única por la que podía coger el lápiz y el papel y narrar, dictar y declamar.

Yo no soy poeta, pues tú eras mi poesía, tú eras mi poema, tú eras inspiración; eras astro, eras infinito, sigues siendo presente, sigues siendo aceras desoladas.

Yo no soy poeta. Tú eres musa, o eras. Eres mi credo, todo está en ti, mis versos, mis palabras, mi prosa, surcos de espuma marina, aroma de amor celestial.


Yo no soy poeta. Soy humano que te quiere, que te quiso, que te quiere, una y otra vez. Yo no soy poeta, porque mi poema eres tú y sin mi poesía… yo no soy poeta.

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